La Colección de exvotos metálicos de Nuestra Señora del Rocío

COLLECTION OF METALLIC EXVOTOS OF NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO 

Por Juan Miguel González Gómez y Manuel Galán Cruz
 Laboratorio de Arte 25 (2013), pp. 739-762, ISSN 1130-5762

Universidad de Sevilla, España

La revista Laboratorio de Arte es el órgano de expresión del Departamento de Historia del Arte de la Facultad de G. e Historia, de la Universidad de Sevilla.

En este artículo se cataloga una serie de treinta y cuatro exvotos metálicos pertenecientes a la Hermandad Matriz de Ntra. Sra. Del Rocío de Almonte, conservados en el Santuario mariano de la aldea, en la sede social de dicha corporación en la referida villa onubense y en la iglesia parroquial de la misma. Tales piezas, fruto de la devoción popular, fueron donadas a la Blanca Paloma a lo largo de los siglos XIX y XX. Los fieles, al obtener alguna gracia especial, ofrecían dichos objetos como testimonio de su personal gratitud.
Palabras clave: Exvoto. Plata. Siglo XX. Almonte (Huelva). Virgen del Rocío.

In this article we catalogue a series of thirty-four metallic exvotos belonging to the matrix brotherhood of Ntra. Sra. del Rocío of Almonte, which are kept at the head office of the corporation in the said town of Huelva. Such pieces, the result of popular devotion, were donated to the Blanca Paloma over the Nineteenth and Twentieth centuries. The believers, to get some special grace, they offered such items as a testimony of their personal gratitude.
Keywords: Exvoto. Silver. Twentieth Century. Almonte (Huelva). Virgen del Rocío.

Los andaluces, y muy especialmente los sevillanos, desde los orígenes del Cristianismo, se han sentido hijos de La tierra de María Santísima(1). Los cultos marianos, en consecuencia, han revestido siempre especial solemnidad litúrgica y singular significación folclórica. Tales manifestaciones cultuales y festivas no han pasado nunca desapercibidas. Tanto la élite como la masa popular han preferido compartir sus alegrías, dudas y penalidades con la Virgen, antes que con el propio Cristo y con los santos. Es obvio que tan marcada actitud encuentra sobrada justificación en los condicionantes económicos, sociales, políticos, etc. de cada lugar.
En este sentido hay que hacer especial hincapié en que la devoción a la Virgen del Rocío cuenta con más de siete siglos de historia documentada. Por tanto, un alto número de personas han acudido, generación tras generación, a su santuario por diferentes motivos, a pedirle, rogarle, agradecerle, o simplemente para conocerla. Con el transcurrir del tiempo, los devotos fueron depositando ante la Señora elementos alusivos a sus intervenciones milagrosas. Razón por la que la Hermandad Matriz custodia una considerable colección de exvotos.
En la tradición cristiana, según nos dice el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, un exvoto es aquel “don u ofrenda, como muletas, mortajas, figuras de cera, cabellos, tablillas, cuadros, etc., que los fieles dedican a Dios, a la Virgen o a los santos en señal y recuerdo de un beneficio recibido. Cuélganse en los muros o en la techumbre de los templos”(2).
A tal efecto, la antigua ermita de Ntra. Sra. del Rocío disponía de un espacio dedicado expresamente a esa finalidad. Era conocido como “cuarto de los milagros”. Y, en 1963, desapareció en el derribo del edificio religioso construido tras el terremoto de Lisboa, inaugurado en 1760(3). En la actualidad, no existe un espacio dedicado ex profeso a la recopilación y exposición de estos recordatorios. Sin embargo, la Hermandad Matriz conserva buena parte de los exvotos que, a lo largo de la historia de la devoción rociera, han ido donando los fieles hasta el día de hoy. Entre ellos, los de tipo pictórico fueron ya catalogados y publicados por la propia institución en 2010(4). En la actualidad, la práctica exvotista se ha reducido bastante. Las causas fundamentales de tal disminución son el proceso imparable de la secularización, la innovación pastoral, el excesivo rigor estético que desdeña lo que no considera bello y el mal entendido progresismo que califica de “antigualla” todo lo procedente de la tradición(5).
No obstante, sin duda, la donación de exvotos sigue adelante, aunque ralentizada. Basta visitar alguna ermita o santuario para observar nuevas ofrendas personales, láminas refulgentes o fotografías recientes. Allí donde las hermandades y cofradías cuiden los inmuebles, participen en la organización de los cultos y tengan autonomía económica, se conservan con orgullo los exvotos que proclaman entre propios y extraños, los favores y milagros obrados por las sagradas imágenes titulares(6).
En el presente estudio, gracias a la pertinente autorización de la Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz de la Virgen del Rocío, damos a conocer otra parte concreta de dicha colección de exvotos. Se trata, ahora, de los ejemplares metálicos, es decir, de los ejecutados en plata u otros metales. Por ese motivo, las diferentes piezas de tan singular conjunto son de pequeño formato. No obstante, como ocurre siempre, hay excepciones. En este sentido, podemos citar un par de veleros, realizados para soportar cirios y para utilizarse a modo de lámparas. En la estructuración de este trabajo se analizan, en primer lugar, los exvotos que reproducen formas anatómicas tomadas del cuerpo humano. Y se cierra la catalogación añadiendo otros cuatro que representan tres embarcaciones y una placa con mechero.

CORAZÓN

El corazón es signo y símbolo del amor, tanto en el contexto sacro como en el profano. Cuando aparece entre llamas significa su gran ardor. Un corazón llameante es atributo de san Agustín, san Antonio de Padua, san Bernardino de Siena y de la Caridad personificada. Hay un emblema renacentista que muestra el corazón atravesado por una flecha con el lema Amor vincit Omnia, “el amor todo lo vence”(7).
En el esquema vertical del cuerpo humano hay tres puntos principales: el cerebro, el corazón y el sexo. El central es el segundo, y por eso concentra la idea de los otros dos. Los egipcios dejan sólo esta víscera en el interior de la momia, como centro necesario al cuerpo para la eternidad. En los emblemas, el corazón significa el amor como centro de iluminación y felicidad, por lo que se remata con llamas, cruz, flor de lis o corona(8). El corazón con cruz y corona de espinas es la insignia de santa Catalina de Siena, pues según una leyenda: un día, el Señor se le apareció en respuesta a sus oraciones y sustituyó el corazón de la religiosa por el suyo propio(9).
Los griegos y romanos no atribuyeron al corazón ningún simbolismo especial. Posteriormente, al corazón se le consideró sede y agente de los afectos. Por ello, en la tradición bíblica, el corazón manifiesta la vida afectiva, la conciencia, la inteligencia y la sagacidad(10). En el antiguo testamento ya se expresa su profundo significado religioso: “Pero el Señor dijo a Samuel «no te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón»” (ISam. 16,7). Razón por la que el Renacimiento lo tomó como símbolo del amor, en términos generales, y de la caridad cristiana, en particular. Así lo plasma Giotto en la capilla de los Scrovegni, de Padua, y Andrea Pisano en el campanile de Florencia(11).
El corazón, en la simbología cristiana, encierra una mística significación. En el siglo XIX, en 1830, la visión de santa Catalina Labouré asocia los corazones de Jesús y María, el primero coronado de espinas y el segundo de rosas(12). En España, san Antonio María Claret fundó en 1849 la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María(13). En 1853, esta fiesta tenía un carácter interno en el instituto, pero, en 1862, adquirió carácter oficial y litúrgico para toda España(14). Fátima abunda en el desarrollo de esta devoción mariana, ya que la Virgen comunica a los pastorcillos su deseo de extenderla a toda la Iglesia. Durante la II Guerra Mundial, el 19 de noviembre de 1942, Pío XII consagró la Iglesia Universal al Corazón de María. Eleva su fiesta litúrgica asignándole, en el Calendario General, el día 22 de agosto, octava de la Asunción, por decreto de 4 de mayo de 1944. Y, además, pide en su encíclica Auspicia Quaedam, de 1 de mayo de 1948, que a Ella se consagren las diócesis, las parroquias y las familias. Tras la revisión general del Calendario, la fiesta ha pasado al sábado de la segunda semana después de Pentecostés. La diócesis de Huelva, por todo ello, le dedicó una parroquia de nueva creación en Aroche, en 1955(15).
En la colección de exvotos que nos atañe destaca una serie formada por veinticinco corazones, de diferente tamaño y cronología. De ellos, veintitrés son de plata y uno de oro. La Virgen del Rocío los ha ido luciendo a lo largo del tiempo, tanto vestida de Reina como con su secular indumentaria de viaje. Dicho traje, impropiamente llamado de Pastora, lo utiliza cada siete años, a partir de 1949, en sus traslados desde la aldea marismeña hasta la villa de Almonte. Con tal motivo, tan venerada imagen exhibe algunos de estos elementos prendidos en su saya (Figura 1)(16) . Entonces, los corazones aparecen, de manera simétrica, a ambos lados del verdugado. Esta práctica cae en desuso a mediados del siglo
XX. Pero, afortunadamente, las camaristas la retoman con ocasión del traslado de 1998.

Corazón 1 (Figura 2 A)
Fecha: 1896.
Medidas: 10 x 6 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: 96.

Este corazón, llameante, es simétrico. Tiene, por consiguiente, el ápex centrado. En este ejemplar, el músculo cardíaco aparece labrado, simulando las coronarias que lo alimentan. Es a una sola cara, no tiene revés. El hecho de que aparezca grabado en la leyenda el número 96 nos hace pensar que se refiera al año 1896.

Corazón 2 (Figura 2 B)
Fecha: 1900.
Medidas: 10 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: A Notre Dame du Rocio/ “La Maroussia” 19 Fevrier 1900.

Este otro ejemplar, de orfebrería francesa, adopta, al igual que otras piezas de esta colección, la forma de corazón, liso y flamígero, con el ápex levemente dirigido a su izquierda. La inscripción, reseñada en la ficha técnica precedente, corre por el anverso y está grabada con letra inglesa.

Corazón 3
Fecha: 1902.
Medidas: 8 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: Navidad (anverso), 1902 (reverso).

Este otro ejemplar flamígero, liso, presenta el ápex hacia su derecha. La leyenda, como se sabe, alude a la Navidad, fiesta religiosa que celebra el Nacimiento del Niño Jesús que para los cristianos es el Hijo de Dios, Dios de Dios, Luz de Luz; y de una joven Virgen, María. El hecho histórico es contado por los evangelistas san Mateo (Mt 2, 1-12) y san Lucas (Lc. 2, 4-7). Tan solemne festividad litúrgica implica siempre un sentido de renovación. Aquí, puede hacer referencia, a la nueva etapa vital del donante al superar la crisis de una enfermedad cardiaca, gracias a la intervención de Ntra. Sra. del Rocío. Este afán de marcar una nueva época explica históricamente que Clodoveo, rey de los Francos, escogiese para recibir las regeneradoras aguas del bautismo la Navidad del 496 (?). Y otro tanto ocurre con Carlomagno, en el año 800, cuando hace coincidir su coronación, como Nuevo Emperador de Occidente, con la conmemoración del natalicio divino17.

Corazón 4 (Figura 2 C)
Fecha: 1907.
Medidas: 8´5 x 4´8 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: 16-II-1907.

Tan vistoso ejemplar de orfebrería, de principios del Novecientos, reproduce nuevamente un corazón labrado con las consabidas coronarias, llameante y simétrico, ya que el ápex queda en el eje central de la composición. En lo más alto, sobre las llamas de su argénteo remate, hay una anilla para prenderlo. Es plano en el reverso. La datación de la obra aparece grabada en la aorta, arteria que nace del ventrículo izquierdo del corazón de los mamíferos y es la mayor del cuerpo.(17)

Corazón 5 (Figura 2 D)
Fecha: 1912.
Medidas: 21 x 11 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: H/1912.

Este corazón argénteo es el de mayor tamaño de todos cuantos conforman la colección de exvotos metálicos de la Patrona de Almonte. Se trata de un ejemplar liso, llameante, muy estilizado y simétrico, que presenta por tanto el ápex en el eje central de la pieza. En el anverso se inscribe la letra H y debajo se reseña el año 1912, datación de la misma.

Corazón 6
Fecha: 1912.
Medidas: 19 x 11 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: H/1912.

Este otro corazón, también argénteo, es algo menor que el ejemplar anterior. Pero mantiene idéntica factura. Presenta por consiguiente un formato liso y estilizado, llameante y simétrico. En el anverso ostenta también la letra H y debajo se data asimismo este ejemplar en 1912.

Corazón 7
Fecha: 1913.
Medidas: 8 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: Y/1913.

Se trata de un nuevo corazón, asimismo llameante, cuyo ápex se dirige hacia su izquierda. En la arteria aorta se reseña, además de la letra Y, la fecha de la donación, efectuada en 1913.
Corazón 8
Fecha: 1914.
Medidas: 7 x 4´5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: 14 junio 1914/ ER / Y.

Este ejemplar representa la silueta de un corazón liso, llameante o ardiente, en el que se aprecia el nacimiento de la arteria aorta y el ápex o punta inferior, dirigido hacia su derecha. En el anverso, en la zona central, se fecha la obra y se graban las iniciales ER, así como en la aorta se coloca la Y.

Corazón 9 (Figura 3 A)
Fecha: 1936.
Medidas: 9 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: En el anverso muestra una corona real y el siguiente texto: S. A. R. EL SRMO. SR. PRINCIPE DON CARLOS DE BORBON Y ORLEANS 5-IX-1908. En el reverso ostenta la cruz de Jerusalén y la siguiente leyenda: MURIÓ GLORIOSAMENTE LUCHANDO FRENTE A EIBAR POR DIOS Y POR ESPAÑA 27-IX-1936.

Estamos ante otro corazón liso y flamígero, que muestra el ápex o punta inferior hacia su derecha. Presenta una argolla fija para poder ser prendido. Este ejemplar fue regalado a la Patrona de Almonte por la familia del difunto, con motivo de su fallecimiento en la Guerra Civil española (1936-1939). El príncipe don Carlos de Borbón era hermano de doña María de las Mercedes, madre del rey Juan Carlos I, y por tanto, tío carnal del monarca. Este exvoto es un claro testimonio de la secular devoción de la Corona a la Blanca Paloma.

Corazón 10 (Figura 3 B)
Fecha: 1937.
Medidas: 9´3 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: En el anverso muestra el trigrama de Jesús: J H S, potenciado con la cruz sobre la H; y DR. D. JOSEPH SEBASTIAN ET BANDARÁN. CAPP. REGAL HISPALENS 15-XII-1885. En el reverso campea el emblema de María, y se lee: ¡MONSTRA TE ESSE MATREM! 1936-1937.

De nuevo, como en casos anteriores, se representa un corazón liso, flamígero, asimétrico y, por consiguiente, con el ápex hacia su derecha. En la parte superior de las llamas hay una argolla circular. La inscripción latina, alusiva a María, evoca las palabras de San Bernardo de Claraval, en el milagro de la Lactancia, ante la efigie de la Virgen de la Leche o Virgen de Belén(18). Dicha frase, “Muestra que eres Madre”, procede originalmente del himno Ave, Maris Stella que se recita en las vísperas de las fiestas marianas.
El Exmo. Sr. Don José Sebastián y Bandarán (1885-1972) fue sacerdote, canónigo simple y capellán real de la Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla, capellán de la Familia Real española, director de la Real Academia de Buenas Letras y numerario de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de dicha ciudad, donde ocupó el sillón nº 16, entre 1917 y 1972. En esta última corporación desempeñó los cargos de bibliotecario (1930-1933), secretario (1933-1952) y consiliario (1952-1972)(19). Estuvo siempre muy vinculado al mundo cofrade hispalense. Fue director espiritual de la trianera Hermandad de Ntro. Padre Jesús de las Tres Caídas y Ntra. Sra. de la Esperanza, asimismo relacionada como se demuestra a continuación con la devoción rociera. En 1972, sus restos mortales fueron sepultados en el cementerio de San Fernando. Pero, desde el 28 de marzo de 1987, reposan en la capilla de los Marineros(20), ante la popularísima Virgen de la Esperanza de Triana, gubiada en 1929 por el afamado imaginero Antonio Castillo Lastrucci(21).

Corazón 11
Fecha: 1938.
Medidas: 5 x 3 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: EN MEMORIA DE S. A. R. EL PRINCIPE D. CARLOS DE BORBON Y ORLEANS. LA HERMANDAD DE LA ESPERANZA TRIANA. 1938.

Este otro ejemplar, donado por la Pontificia y Real Archicofradía del Santísimo Sacramento y de la Pura y Limpia Concepción de la Virgen María, Santísimo Cristo de las Tres Caídas, Nuestra Señora de la Esperanza y San Juan Evangelista, del popular barrio de Triana, efigia un corazón liso y flamígero, con el ápex hacia su izquierda.

Corazón 12
Fecha: 1939.
Medidas: 7´5 x 4´8 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: Y. J. / 1939.

Este otro corazón, flamígero, labrado con sus correspondientes coronarias, es simétrico, y, por consiguiente, tiene el ápex centrado. La consabida inscripción se hace constar en el anverso de la pieza.

Corazón 13
Fecha: 1946.
Medidas: 7 x 4´5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: Salud Viscaino / Triana/ 9-VI-946.

Estamos ante otro ejemplar de platería del Novecientos. Es un corazón liso, cuyo ápex se dirige hacia su izquierda. En el nacimiento de la arteria aorta ostenta una anilla. En el anverso, sobrepuesto, muestra un anagrama en oro de la Virgen María. Y en el reverso, el nombre de la donante, el lugar de procedencia y la datación de la obra.

Corazón 14
Fecha: 1960.
Medidas: 5, x 4,5 cm.
Material: oro labrado.
Inscripción: Carmen, Julián y Luis.

Esta presea es un corazón, cuyo ápex se curva hacia la derecha. Se trata de un relicario de oro, donado a la Blanca Paloma en 1960. Al abrirse, en su interior, se leen tres nombres. El del donante, Luis Espinosa Fontdevila; y los de sus padres, Carmen Fontdevila Ruiz y Julián Espinosa Escolar.(22) Por contra, en su exterior no hay leyenda alguna. En el centro de la joya luce un diamante engastado y, sobre él, una cruz latina lisa. Un granulado bordea tan áurea pieza. Pende de un gran imperdible, con dos ostentosos zafiros, que sirve para prenderla en el traje de Reina de la Virgen del Rocío.

Corazón 15
Medidas: 2´5 x 2´4 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: Josefa.

Esta pieza argéntea nos muestra un corazón, no llameante, de formato simétrico. Por tanto, el ápex aparece centrado. El nombre de la donante se adorna con tres ramas vegetales, que recuerdan el carácter cíclico de la vida: muerte (invierno) y resurrección (primavera). Este signo tripartito sugiere, también, la unidad fundamental de la vida eterna(23). Encierra, qué duda cabe, la profunda enseñanza evangélica del árbol a partir del grano de mostaza (Mt. 13, 31-32). En definitiva, sea cual fuere su significado, se trata de una alusión al triunfo de la salud sobre la enfermedad.

Corazón 16
Medidas: 8´5 x 4´5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Este corazón flamígero, con el ápex orientado a su izquierda, está labrado con las coronarias y rematado con una cruz lisa y cilíndrica, símbolo de la Redención. En este emblema salvífico, el devoto debe contemplar el “modelo” de Cristo, que “llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño para que muerto a los pecados, vivamos para la justicia” (1 Pe. 2, 24).

Corazón 17 (Figura 3 C)
Medidas: 5 x 3 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

En este otro ejemplar, el corazón, flamígero, con el ápex o punta inferior dirigido hacia su derecha, tiene labrado sobre el músculo cardíaco las coronarias.

Corazón 18
Medidas: 9 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Este corazón es también liso y flamígero. Tiene el ápex levemente dirigido hacia su izquierda, y en la parte superior de las llamas posee una argolla circular.

Corazón 19 (Figura 3 D)
Medidas: 6´5 x 4´2 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Este otro ejemplar de orfebrería de la pasada centuria, es un corazón flamígero, labrado con las coronarias, y el ápex dirigido hacia su derecha. Es plano por el reverso, y presenta por este lado una abertura rectangular que hace pensar que sea un tipo de relicario.

Corazón 20
Medidas: 7´5 x 4 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Se trata de un nuevo ejemplar de platería que simula un corazón liso, flamígero y simétrico. Tiene sobre las llamas superiores una anilla con argolla.

Corazón 21
Medidas: 7´5 x 5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: N P.

Se trata de otro corazón de orfebrería argéntea, liso, flamígero y con el ápex o punta inferior dirigida hacia su derecha. Es plano en el reverso. En cada lóbulo del corazón hay una letra mayúscula: N y P.

Corazón 22 (Figura 4 A)
Medidas: 9 x 5´5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Por el contrario, este otro corazón flamígero y con el ápex orientado hacia su izquierda, tiene el músculo cardíaco labrado con sus correspondientes coronarias. Es plano por el reverso y presenta una abertura rectangular a través de la que se ven restos de pelos, lo que hace pensar que se haya usado a modo de relicario.

Corazón 23 (Figura 4 B)
Medidas: 9´5 x 6 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Se trata de un corazón relicario liso, asimétrico, con el ápex hacia su derecha, y con un soporte e imperdible en la raíz de la arteria aorta.

Corazón 24
Medidas: 5 x 4´7 cm.
Material: latón plateado.
Inscripción: No tiene.
Este otro ejemplar de orfebrería es de factura muy sencilla. Reproduce un corazón liso y asimétrico, con el ápex dirigido hacia su derecha. En el centro de la zona superior presenta un orificio circular para poderse prender sobre una base textil.

Corazón 25
Medidas: 7´5 x 4 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.
Este otro corazón, de la colección de exvotos metálicos que nos ocupa, es un ejemplar más, liso y llameante o flamígero. Su formato, también simétrico, presenta el ápex en el extremo inferior del eje central de la composición. Sobre sus ardientes llamas se disponen sendas argollas; la inferior soldada a la pieza antes comentada, y la superior, de mayor tamaño, engarzada en ella.

OJOS

El ojo es el órgano de la vista, tanto en el hombre como en los animales, y su parte visible en la cara. Las múltiples referencias bíblicas al ojo de Dios justifican su clara alusión a la omnipresencia y omnisapiencia de la divinidad. “Pues los ojos del Señor se fijan en los justos y sus oídos atienden a sus ruegos” (I Pe 3, 12). Y, por si fuese poco, en el libro de los Proverbios, atribuido sin más a Salomón, se dice: “los ojos del Señor custodian el saber, desbaratan las palabras del traidor” (Prov 22, 12). Todo justifica que en la pintura renacentista, el ojo de Dios dentro de un triángulo fuese utilizado como signo de la Trinidad Beatísima. Y, además, esta composición dentro de un círculo radiante y luminoso hace presente la infinita santidad de Dios Uno y Trino(24).

Bandeja con ojos (Figura 5)
Medidas: 3´7 x 2´3 cm.
Inscripción: PROTEJELO.

Este exvoto argénteo, de escueto diseño, reproduce una bandeja ovalada con dos ojos abiertos donde se aprecian con nitidez el iris, pupilas y pestañas en los párpados superiores. Debajo de los ojos se reseña la referida inscripción. En un lateral del óvalo aparece la cifra 925, que se refiere al valor real del material argénteo. Se trata del atributo personal de santa Lucía de Siracusa, martirizada por Diocleciano a principios del siglo IV. Dicho atributo quizás aluda a su propio nombre, derivado de “luz”(25). Alcanzó gran popularidad al ser considerada curadora de las enfermedades oculares, las oftalmias y la ceguera(26).
Razón por la que los devotos ofrecen su atributo al sanar de esos males, indistintamente a Cristo, a la Virgen o al santo al que se encomendaron como intercesor ante la divinidad.

PIE

El pie es la extremidad de cualquiera de los dos miembros inferiores del hombre. Es un símbolo ambivalente. Al igual que la mano, es parte esencial del cuerpo. Es el soporte de la persona en su posición erecta y sirve para andar. Con tal motivo se cree que es también símbolo del alma. En las leyendas griegas, la cojera se interpreta como una deformación anímica o espiritual. Secularmente, el talón se tiene como la zona más vulnerable del pie. Baste recordar, en este sentido, la muerte de Aquiles. Pero, además, el zapato, el pie y la huella del mismo poseen un significado funerario. Así aparece en los monumentos de la época imperial romana, en el arte cristiano primitivo y en el gótico europeo(27).
En la simbología cristiana, el pie humano, al emponzoñarse en el lodazal del camino, se tiene como signo de humildad y servidumbre voluntaria(28). Por eso, una mujer pecadora, en la casa del fariseo, lavó y perfumó los pies de Cristo, en señal de humildad y penitencia. Y, de inmediato, sus muchos pecados le fueron perdonados (Lc 7, 36-48). Además, por si fuese poco, el propio Cristo lavó los pies a sus discípulos en la Última Cena y les encomendó hacerlo entre ellos y con los demás. “En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía” (Jn 13, 5-16). Con este espíritu, de hondo sentido penitencial, repiten los obispos anualmente la ceremonia del lavatorio de pies el Jueves Santo.
En un orden mucho más inmediato, el pie de un hombre, reproducido en un exvoto como el que catalogamos en el presente estudio, es una clara alusión o referencia directa a la curación milagrosa del mismo. En este caso, al formar parte de la colección de exvotos metálicos consagrados a la Virgen del Rocío, es obvio que se ofrece a la Reina de las Marismas de Almonte como un sencillo homenaje de reconocimiento y gratitud del devoto al recuperar la salud.

Pie derecho (Figura 6)
Fecha: 1910.
Medidas: 7 x 3 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: D. Juan B.ta Millán pbro./ A la Virgen del Rocío./ 1910.

Este ejemplar de orfebrería es una escultura de bulto redondo, perfectamente anatomizada, que reproduce la extremidad inferior de la pierna derecha de un hombre, que sirve para sostener el peso del cuerpo y poder caminar. Posee una argolla para poderlo engarzar. Se trata de un pie egipcio, plano, con el talón y el calcáneo bastante pronunciado. El primer dedo se prolonga en demasía. Por el contrario, el segundo es más pequeño que el tercero. Hay, pues, una clara anomalía, ya que los dedos deben ir en cascada. En la vista interior, el maléolo tibial interno está poco resaltado. En el empeine, que está entre la caña de la pierna y el principio de los dedos, destaca mucho el escafoides, que sería normal en patologías de pie cavo y no plano como es el caso.
Por último, debemos reparar en la zona metatarsal que es siempre más ancha que la zona talar. Pero, en este caso, sorpresivamente ocurre lo contrario. En la planta del pie, el orfebre hace constar el nombre del sacerdote que donó esta pieza a la Blanca Paloma en 1910.

ANTEBRAZO Y MANO DERECHA

La mano es la parte del cuerpo humano que se une a la extremidad del antebrazo y que comprende desde la muñeca inclusive hasta la punta de los dedos. El antebrazo y la mano significan siempre trabajo, ofrenda, protección, donación, etc. Es obvio que las posiciones de la mano y de los dedos encierran significaciones diversas. Cuando está abierta, como en el caso que nos ocupa, expresa una tarea humana o fuerza magnética.
Por el contrario, si está cerrada es signo del disimulo, secreto y esoterismo(29). En la tradición bíblica y cristiana, la mano es atributo de poderío y primacía. Por tanto, en el Antiguo Testamento, la mano de Dios crea, protege y destruye. Hay, pues, que distinguir la derecha, la de las bendiciones; de la izquierda, la de las maldiciones.
Todas las civilizaciones, con mayor o menor sutileza, han utilizado el lenguaje de las manos. Sus variadas posturas determinan elocuentes expresiones, vigentes aún en las danzas rituales sudasiáticas y en las artes plásticas occidentales. Entre las primeras podemos citar las conservadas en Bali; y entre las pinturas españolas más famosas podemos reparar en El entierro del conde de Orgaz. Precisamente en ella, Gregorio Marañón estudió la sugestiva capacidad expresiva de las manos de los distintos personajes de tan espectacular escena(30). Hoy, los psicólogos relacionan la destreza manual con las capacidades intelectuales(31).
En esta línea se sitúa san Gregorio Niseno (h. 330- h. 396). En su tratado sobre La creación del hombre, dice que las manos están ligadas al conocimiento, a la visión, ya que su fin es el lenguaje. Textualmente escribió: “Las manos, para las necesidades del lenguaje, son ayuda particular. Quien viese en el uso de las manos lo propio de una naturaleza racional no se engañaría del todo, por la razón corriente admitida y fácil de comprender de que ellas nos permiten representar nuestras palabras mediante letras; es efectivamente una de las señales de la presencia de la razón el expresarse con letras, y cierta manera de conversar con las manos, dando persistencia con los caracteres escritos a los sonidos y a los gestos”(32).

Antebrazo y mano derecha (Figura 7 A)
Medidas: 6´6 x 2´2 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: P R.

Esta pieza de orfebrería, de formato muy simplificado, representa el antebrazo derecho con la correspondiente mano cuyos dedos, extendidos, se curvan suavemente hacia su izquierda. En lo más alto hay un orificio circular con su correspondiente argolla.
En el antebrazo se graban las dos iniciales que posiblemente hagan alusión al donante.

MEDIO TORSO Y CUELLO

El cuello es la parte del cuerpo humano más estrecha que la cabeza, que une a ésta con el tronco. Es la primera articulación corporal por donde se manifiesta la vida en el recién nacido y la última manifestación vital del moribundo. El cuello simboliza la unión del alma con el cuerpo. La poesía galante arábigo-persa le confiere las siguientes calificaciones: árbol de alcanfor, por su perfume y su tronco delgado; candela, peine de marfil, rama florida y lingote de plata. Por consiguiente, el cuello tiene un sitio electivo en el cuerpo humano, sea sede de la vida, del alma o de la belleza(33).

Un cuello ancho, desde el punto de vista anatómico, es una característica propia de la masculinidad y si es estilizado se convierte en una clara referencia a la feminidad. En este exvoto metálico se representa la garganta, parte anterior del cuello, cuyo espacio interior abarca desde el velo del paladar hasta la entrada del esófago y de la laringe. Y se aprecian al exterior los músculos del cuello como los esternocleidomastoideos, las dos arterias carótidas y las venas yugulares. San Blas, obispo de Sebaste (Armenia), martirizado por Diocleciano a principios del siglo IV, es invocado secularmente como gran protector en los males de la garganta(34).

Medio torso y cuello (Figura 7 B)
Medidas: 6 x 2´8 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Esta pequeña pieza está ejecutada en una lámina de plata labrada. Presenta marcados los músculos de la base del cuello, y en la parte superior de éste, en el centro, tiene un orificio del que pende una argolla para poderlo prender.

RIÑONES

Los riñones, generalmente en número de dos, son las glándulas secretorias de la orina. En los mamíferos son voluminosos y de color rojo oscuro. Se sitúan uno a cada lado de la columna vertebral, al nivel de las vértebras lumbares.
El pseudo Dionisio Areopagita, al tratar sobre la representación simbólica de los ángeles comenta que “los riñones son el emblema de la potente fecundidad de las celestes inteligencias”. Los riñones, en la expresión sondear, se tienen como la sede de los deseos secretos, en tanto que el corazón lo sería de los pensamientos más íntimos. Con frecuencia, los riñones aluden a la potencia, ya sea la genésica o la de resistencia a la adversidad(35).

Riñones (dos pares) (Figura 8)
Medidas: 2´3 x 1´5 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Estos pequeños ejemplares argénteos conservados en la colección de exvotos de la Patrona de Almonte, a tenor de lo expuesto líneas atrás, hacen referencia a la donación de sendos devotos. Ambos se encomendaron a la Blanca Paloma. Y al curar el mal que les aquejaba, los entregaron como testimonios de gratitud. Llevan soldados un alfiler, para ser prendidos.

BARCO

Los primeros Padres y apologistas cristianos comparaban a la Iglesia con un barco en el que los creyentes encontraban la seguridad y eran transportados hacia la salvación eterna. Tertuliano (h. 160-230) comparaba el lugar de culto con un barco. De ahí procede, pues, la palabra nave, del latín navis, barco. Esta representación apareció, por primera vez, en las pinturas de las catacumbas cristianas en Roma y, además, en otros objetos como sellos y lámparas del mismo período cronológico. El mástil suele tener forma de cruz, y llevar una paloma en el extremo superior. A veces, el barco se apoya en un pez, símbolo primitivo de Cristo. El barco es el atributo de san Pedro apóstol, san Telmo, santa Úrsula, o simplemente de la virtud teologal de la Esperanza(36).
Es obvio que en el mundo pagano, desde la época antigua, la barca es el símbolo del viaje o travesía cumplida por vivos o muertos. Por ello, no extraña que en la tradición cristiana la barca, donde se acomodan los creyentes para resistir los envites de este mundo y las tentaciones humanas, sea una clara alusión a la Iglesia. Desde este enfoque, el arca de Noé no sería sino su prefiguración(37). La barca es símbolo de los santos Andrés, Tadeo, Adelaida y Julián el Hospitalario(38).
Entre los emblemas cristianos que representan a la Iglesia está el barco, ya bogando a velas desplegadas, o ya atracado en el puerto, expresando que la Iglesia es el único puerto de salvación, tal y como dice san Agustín: Naviculam Istam Ecclesiam cogitate, turbulentum mare hoc saeculum, “Entended que esta navecilla es la Iglesia y el mar turbulento es este mundo”(39).

Veleros (juego de dos) (Figura 9 A)
Fecha: 1905.
Material: plata labrada.
Medidas: 45 cm. aprox. largo; 17 cm. aprox. ancho; y 58´5 cm. aprox. alto.
Inscripción: A LA VIRGEN/ DEL ROCÍO/ LA MADRE AGRADECIDA/ DEL ALFÉREZ
DE FRAGATA/ D. DE M./ 3 Agosto 1905.

Barco de plata cuya finalidad ornamental es la de soporte de un cirio. El mástil, de 57 cm de alto, es cilíndrico y telescópico, pero fijo, y rematado en una flor de lis de cuatro lados. La inscripción está en la vela. Ésta queda sujeta en la parte superior por siete pequeñas argollas. En la zona inferior, en cambio, se sostiene en la parte derecha de la nave. En la proa tiene un soporte para la vela, que sobresale exteriormente, e interiormente otro que sirve de apoyo del mismo. Se cuelga mediante cuatro cadenas de eslabones alternos, grandes y pequeños. Éstas miden 79 cm aproximadamente y se unen en una esfera hueca, con aberturas cilíndricas, rectangulares y estrelladas, de 5´5 cm de diámetro. El casco es sencillo, remarcando bien lo que sería la tablazón que lo forma. La quilla termina en una voluta inferior y otra superior. En la parte de la popa hay un timón fijo. La única marca, que parece tener, es una flor de lis en la parte superior del mástil.
Se trata de un exvoto regalado a la Virgen del Rocío por doña Isabel Francisca de Orléans y Borbón, condesa de París, madre del príncipe don Fernando de Orléans, duque de Montpensier. La donación tuvo lugar cuando el joven aristócrata contaba veintiún años de edad, al ser ascendido al grado de alférez de fragata en 1905. Por todo ello, esta pieza conserva las iniciales “D. DE M.”, correspondientes al título nobiliario del personaje. Estos veleros son réplicas de otros que fueron mandados hacer por la princesa
                Elena de Mecklemburgo-Schevaring, esposa del príncipe don Fernando Felipe, duque de Orléans, quien los donó a un santuario mariano de Normandía(40).

Barco (Figura 9 B)
Medidas: 8 x 5´2 cm.
Material: plata labrada.
Inscripción: no tiene.

Esta pieza, ejecutada en una fina lámina de plata y con sencilla factura, representa un navío en el que se aprecian claramente los mástiles. Entre ellos, casi en el centro, destaca la chimenea, de la que pende una argolla para facilitar su sujeción. La embarcación aparece, incluso, con el mar en la base. Este detalle nos hace suponer que se trate de un exvoto regalado a la Virgen del Rocío en agradecimiento por haber salido salvo de un naufragio.

EXVOTO DEL MECHERO

Tan singular exvoto, como se sabe, fue estudiado en el trabajo que publicó la Hermandad Matriz de Almonte en 2010(41). Sin embargo, por su carácter metálico debe incluirse también en este artículo. Entre las distintas acepciones del Diccionario de la Lengua Española, en este caso, alude a un encendedor de bolsillo(42).

Placa con mechero (Figura 10)
Autor: Emilio Pardo.
Fecha: 1936.
Medidas: 17´3 x 28´5 cm.
Material: metal plateado.
Inscripción: ESTANDO DE CACERÍA EN EL COTO DE LA ROCINA/ DEL TÉRMINO DE ALMONTE VARIOS AMIGOS, AL/ TIRARLE UNO DE ELLOS A UNA RES, LA BALA/VINO A DAR EN EL MECHERO QUE EN UN BOLSILLO/ LLEVABA D. ANTONIO SÁNCHEZ PALENCIA, DE SANLÚCAR LA MAYOR, CUYO MILAGRO LO ATRIBUÍ-/ MOS A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL ROCÍO, POR/ SER ESTE LUGAR EL DE SU APARICIÓN./ 7 DE JUNIO 1936.

Esta pieza, al carecer de formas anatómicas, escapa a los cánones utilizados hasta el momento. Dicho ejemplar es una placa de metal plateado en la que aparece redactado, todo en letra mayúscula, el suceso en el que el devoto de la Virgen del Rocío salvó la vida. La particularidad del mismo estriba en que en dicha placa se ha soldado un mechero con la silueta de la Patrona de Almonte. De esta forma se subraya que dicho encendedor fue el elemento que salvó la vida a quien lo portaba, ya que en él impactó la bala, dejando la consabida huella.

Conclusiones

A tenor de cuanto expuesto queda líneas atrás, en el presente estudio de la colección de exvotos metálicos de Ntra. Sra. del Rocío, patrona de la villa de Almonte, se catalogan un total de 35 piezas. El conjunto se compone de 25 corazones, 1 barco, 2 veleros, 1 bandeja con ojos, 1 pie, 1 antebrazo con mano, 1 medio torso y cuello, 2 pares de riñones y 1 placa con mechero. En este elenco hay treinta y dos ejemplares en plata labrada y uno de oro y los dos restantes en latón y metal plateado. Todos son anónimos, a excepción de la placa con mechero, firmada por “Emilio Pardo” en 1936.
De los exvotos metálicos estudiados aparecen perfectamente datados catorce corazones, entre 1896 y 1960. Los dos veleros se fechan en 1905, el pie en 1910 y la placa con mechero en 1936. Los restantes, a juzgar por sus características formales, iconográficas y técnicas, se pueden datar entre los últimos años del siglo XIX y los comedios del XX.
En esta colección hay nueve obras que hacen referencia a sus respectivos donantes. Cuatro corresponden a seglares y dos, a clérigos. Una pertenece a la Familia Real española y otra a los herederos de la Corona francesa. Otra fue ofrecida por la Hermandad penitencial de Ntra. Sra. de la Esperanza del popular barrio sevillano de Triana. Y la última por la familia Espinosa Fontdevila.
Todos los ejemplares reseñados están en el santuario de la Virgen del Rocío, en la aldea; a excepción de la placa con mechero que se encuentra depositada en la sede social de la Hermandad Matriz, en Almonte; y de los dos veleros votivos que se exhiben en el presbiterio de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, de dicha villa onubense.
En definitiva, como apuntamos en el introito, esta serie de exvotos metálicos no hace más que poner de manifiesto la extraordinaria devoción popular de los creyentes a la Blanca Paloma, sea cual fuere el estatus social del que procedan. Los valores etnográficos y la religiosidad andaluza, gracias a ello, facilitan una visión del universo, de la vida cotidiana y de las creencias personales con sus ingenuos temores y confianzas.

Fecha de recepción: 30 de septiembre de 2012
Fecha de aceptación: 18 de noviembre de 2012

 
Figura 1. Virgen del Rocío con su traje “de viaje”. Fotografía de L. Moreno. Primera mitad del siglo XX. Colección particular.


Figura 2. A Corazón de plata labrada. 1896. Hdad. Matriz de Almonte. B Corazón de plata labrada. 1900. Hdad. Matriz de Almonte. C. Corazón de plata labrada. 1907. Hdad. Matriz de Almonte. D. Corazón de plata labrada. 1912. Hdad. Matriz de Almonte.


Figura 3. A. Corazón de plata labrada. 1936. Hdad. Matriz de Almonte. B:
Corazón de plata labrada. 1937. Hdad. Matriz de Almonte. C: Corazón de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte. D: Corazón de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte.

Figura 4. A Corazón de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte. B. Corazón de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte.

Figura 5. Bandeja con ojos de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte.

Figura 6. Pie derecho de plata labrada. 1910. Hdad. Matriz de Almonte.

Figura 7. A. Antebrazo de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte. B. Medio torso y cuello de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte.

Figura 8. Riñones de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte.

Figura 9. A. Velero de plata labrada. 1905. Hdad. Matriz de Almonte. B. Barco de plata labrada. Hdad. Matriz de Almonte.


Figura 10: Placa con mechero de metal plateado. Emilio Pardo. 1936. Hdad. Matriz de Almonte.



 CITAS:

1 MAS y PRAT, Benito: La tierra de María Santísima. Sucesores de N. Ramírez, Barcelona,
1891. Reed. por Giner, Madrid, 1990.

2 Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Vigésimo Primera Edición.
Madrid, 1992, p. 664.

3 INFANTE GALÁN, Juan: Rocío. La devoción mariana de Andalucía. Editorial Prensa
Española, S. A. Sevilla, 1971, p. 34.

4 GALÁN CRUZ, Manuel: Exvotos pictóricos de Nuestra Señora del Rocío. Expresiones
populares de fe. Edita Hermandad Matriz de Ntra. Sra. del Rocío de Almonte. Almonte, 2010.

5 RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador y VÁZQUEZ SOTO, José María: Exvotos de Andalucía.
Milagros y promesas de la religiosidad popular. Argantonio, Ediciones Andaluzas. Sevilla, 1980,
p. 163.

6 Ibidem, p. 167

7 HALL, James: Diccionario de temas y símbolos artísticos. Alianza Editorial. Madrid, 1987,
p. 90.

8 CIRLOT, Juan Eduardo: Diccionario de símbolos. Nueva Colección Labor. Editorial Labor.
Barcelona, 1985, p. 145.

9 FERGUSON, George: Signo y símbolo en el arte cristiano. Emecé Editores. Buenos Aires,
1956, pp. 54-55.

10 MORALES Y MARÍN, José Luis: Diccionario de iconología y simbología. Taurus Ediciones,
S. A. Madrid, 1984, p. 105.

11 REVILLA, Federico: Diccionario de iconografía. Ediciones Cátedra, Madrid, 1990, p. 101.

12 Anuario católico español, T.2. Madrid, 1955, p. 384

13 GUTIÉRREZ SERRANO, Federico: San Antonio Mª Claret en Córdoba. Editorial Alpuerto.
Madrid, 1976, p. 18. Idem: Azorín y San Antonio María Claret. Editorial Alpuerto. Madrid, 1979,
p. 34.
14 FERNÁNDEZ, Cristóbal: El Beato Padre Antonio María Claret. Madrid, 1941, t. I, p. 553-
554 y t. II, p. 328-330.

15 Decreto de 1-XI-1955. B.O.O.H., nº. 23, febr., 1956, p. 88. GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel
y CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús: Escultura Mariana Onubense. Huelva, 1981, p. 97-98.

16 GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, Jesús: Simpecados
del Rocío: Speculum Reginae Roris. Ediciones Tartessos, S. L. y Pontificia, Real e Ilustre Hermandad
Matriz de Nuestra Señora del Rocío de Almonte, Tomo I. Sevilla, 2012, pp. 116 y 137.

17 GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel: La Navidad en las Artes Plásticas de Huelva. Edita:
Academia de Ciencias, Artes y Letras de Huelva. Huelva, 2002, pp. 16-17.

18 ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, Jesús: Francisco Frutet, un pintor que nunca existió.
Diputación de Sevilla. Sevilla, 2012, p. 177 y GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel: “Visión de San
Bernardo o Lactación de San Bernardo”, en Monacatus. Las Edades del Hombre. Edición Fundación
Las Edades del Hombre. Valladolid, 2012, n.º 120, pp. 408-409.

19 La Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Su historia, su organización
y su estado en el año 2006. La edición de este libro ha sido preparada por Margarita Toscano San
Gil, con la supervisión de Ramón Corzo Sánchez y la colaboración de Antonio López Calderón.
Edita: Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Sevilla, 2006, p. 119.

20 Archivo de la Hermandad de la Macarena de Sevilla. ORELLANA DELGADO, Guillermo:
Anales de la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Ntra. Sra. del Santo
Rosario, Ntro. Padre Jesús de la Sentencia y María Santísima de la Esperanza Macarena. Sevilla,
2001, p. 489.

21 GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, Jesús: Antonio
Castillo Lastrucci. Tomo II. Editorial Tartessos. Sevilla, 2009, p. 31

22 La información la ha facilitado Esperanza Martín Espinosa, sobrina carnal del donante.

23 CHEVALIER, Jean y GHEERBRANT, Alain: Diccionario de los símbolos. Editorial Herder.
Barcelona, 1986, p. 1049.

24 FERGUSON, George: Op. cit. p. 58.

25 FERRANDO ROIG, Juan: Iconografía de los santos. Ediciones Omega. Barcelona, 1950,
p. 174. HALL, James: Op. cit. p. 236.

26 REAU, Louis: Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos. De la G a la O.
Ediciones del Serbal. Barcelona, 1997, Tomo 2/ Volumen 4, p. 269.

27 CIRLOT, Juan Eduardo: Op. cit. p. 361-362.

28 FERGUSON, George: Op. cit. p. 58.

29 CIRLOT, Juan Eduardo: Op. cit. pp. 103 y 296-297.

30 CHEVALIER, Jean, y GHEERBRANT, Alain: Op. cit. pp. 682-685.

31 REVILLA, Federico: Op. cit. pp. 244-245.

32 GREGORIO DE NISA: La création de l´homme. Traducción de J. Laplace. París, 1944,
p. 107.

33 CHEVALIER, Jean, y GHEERBRANT, Alain: Op. cit. pp. 385-386.

34 FERRANDO ROIG, Juan: Op. cit. p. 64. REAU, Louis: Iconografía del arte cristiano.
Iconografía de los santos. De la A a la F. Ediciones del Serbal. Tomo 2/ Volumen 3. Barcelona,
2000, p. 231.

35 CHEVALIER, Jean, y GHEERBRANT, Alain: Op. cit. pp. 884-885.

36 HALL, James: Op. cit. p. 58.

37 CHEVALIER, Jean, y GHEERBRANT, Alain: Op. cit., pp. 178-179.

38 REVILLA, Federico: Op. cit. p. 58.

39 SAN AGUSTÍN: De verb. Dom., Serm. 72,2, PL 39, 1884.

40 INFANTE GALÁN, Juan: Op. cit. p. 175.

41 GALÁN CRUZ, Manuel: Op. cit. p. 67.

42 Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Vigésimo Primera Edición.
Madrid, 1992, p. 951.